«…Puedes ser una pediatra íntegra y respetada, puedes disfrutar de la admiración sincera de tus colegas, puedes sentir que tus pacientes te expresan reconocimiento y gratitud, puedes mostrar con orgullo una trayectoria profesional rigurosa y ética, puedes haber realizado una labor social encomiable a favor de la infancia… pero puedes ver también que de repente tu valía y tu reputación estallan y te ves difamada y desacreditada….»